DESCUBRIENDO NUEVOS MUNDOS (Almudena)

Hola a todos, he visto que en cada página no se puede poner entradas, así que he decidido ir creando pestañas donde cada miembro del gupo pueda poner su investigación personal sobre el tema que hemos elegido.
Cuando pensé en este tema me vino a la cabeza la idea de investigar a diferentes artistas y su forma de ver el mundo. Pero después de escuchar lo que Pilar nos dijo en relación al tema creo que estaría mejor que yo misma descubriera "mi mundo".
Reflexionando sobre esto el otro día me llamó la atención un programa de la tele en el que se hablaba sobre Irene Villa. He de reconocer que el tema de los miedos me tocó y que le he estado dando vueltas. Este programa me ha ayudado mucho en el sentido de cómo afrontar esos miedos.


Bueno, os dejo con el programa "30 Minutos: Irene Villa, sin detenerse ante la vida"
http://www.telemadrid.es/?q=programas/30-minutos/30-minutos-irene-villa-sin-detenerse-ante-la-vida



¿QUÉ ES EL MIEDO?


Lo primero que tenemos que saber es que el miedo es una emoción que se caracteriza por un intenso sentimiento desagradable que nos pone en un estado de malestar. Es provocado por la percepción de un peligro, real o imaginario. 
Supongo que no basta una definición para explicar el miedo, el siguiente relato de Valle Inclán titulado el miedo, lo definirá mucho mejor:


Ese largo y angustioso escalofrío que parece mensajero de la muerte, el verdadero escalofrío del miedo, sólo lo he sentido una vez. Fue hace muchos años, en aquel hermoso tiempo de los mayorazgos, cuando se hacía información de nobleza para ser militar. Yo acababa de obtener los cordones de Caballero Cadete. Hubiera preferido entrar en la Guardia de la Real Persona; pero mi madre se oponía, y siguiendo la tradición familiar, fui granadero en el Regimiento del Rey. No recuerdo con certeza los años que hace, pero entonces apenas me apuntaba el bozo y hoy ando cerca de ser un viejo caduco. Antes de entrar en el Regimiento mi madre quiso echarme su bendición. La pobre señora vivía retirada en el fondo de una aldea, donde estaba nuestro pazo solariego, y allá fui sumiso y obediente. La misma tarde que llegué mandó en busca del Prior de Brandeso para que viniese a confesarme en la capilla del Pazo. Mis hermanas María Isabel y María Fernanda, que eran unas niñas, bajaron a coger rosas al jardín, y mi madre llenó con ellas los floreros del altar. Después me llamó en voz baja para darme su devocionario y decirme que hiciese examen de conciencia:
-Vete a la tribuna, hijo mío. Allí estarás mejor...
La tribuna señorial estaba al lado del Evangelio y comunicaba con la biblioteca. La capilla era húmeda, tenebrosa, resonante. Sobre el retablo campeaba el escudo concedido por ejecutorias de los Reyes Católicos al señor de Bradomín, Pedro Aguiar de Tor, llamado el Chivo y también el Viejo. Aquel caballero estaba enterrado a la derecha del altar. El sepulcro tenía la estatua orante de un guerrero. La lámpara del presbiterio alumbraba día y noche ante el retablo, labrado como joyel de reyes. Los áureos racimos de la vid evangélica parecían ofrecerse cargados de fruto. El santo tutelar era aquel piadoso Rey Mago que ofreció mirra al Niño Dios. Su túnica de seda bordada de oro brillaba con el resplandor devoto de un milagro oriental. La luz de la lámpara, entre las cadenas de plata, tenía tímido aleteo de pájaro prisionero como si se afanase por volar hacia el Santo.
Mi madre quiso que fuesen sus manos las que dejasen aquella tarde a los pies del Rey Mago los floreros cargados de rosas como ofrenda de su alma devota. Después, acompañada de mis hermanas, se arrodilló ante el altar. Yo, desde la tribuna, solamente oía el murmullo de su voz, que guiaba moribunda las avemarías; pero cuando a las niñas les tocaba responder, oía todas las palabras rituales de la oración. La tarde agonizaba y los rezos resonaban en la silenciosa oscuridad de la capilla, hondos, tristes y augustos, como un eco de la Pasión. Yo me adormecía en la tribuna. Las niñas fueron a sentarse en las gradas del altar. Sus vestidos eran albos como el lino de los paños litúrgicos. Ya sólo distinguía una sombra que rezaba bajo la lámpara del presbiterio. Era mi madre, que sostenía entre sus manos un libro abierto y leía con la cabeza inclinada. De tarde en tarde, el viento mecía la cortina de un alto ventanal. Yo entonces veía en el cielo, ya oscura, la faz de la luna, pálida y sobrenatural como una diosa que tiene su altar en los bosques y en los lagos...
Mi madre cerró el libro dando un suspiro, y de nuevo llamó a las niñas. Vi pasar sus sombras blancas a través del presbiterio y columbré que se arrodillaban a los lados de mi madre. La luz de la lámpara temblaba con un débil resplandor sobre las manos que volvían a sostener abierto el libro. En el silencio la voz leía piadosa y lenta. Las niñas escuchaban. y adiviné sus cabelleras sueltas sobre la albura del ropaje y cayendo a los lados del rostro iguales, tristes, nazarenas. Habíame adormecido, y de pronto me sobresaltaron los gritos de mis hermanas. Miré y las vi en medio del presbiterio abrazadas a mi madre. Gritaban despavoridas. Mi madre las asió de la mano y huyeron las tres. Bajé presuroso. Iba a seguirlas y quedé sobrecogido de terror. En el sepulcro del guerrero se entrechocaban los huesos del esqueleto. Los cabellos se erizaron en mi frente. La capilla había quedado en el mayor silencio, y oíase distintamente el hueco y medroso rodar de la calavera sobre su almohada de piedra. Tuve miedo como no lo he tenido jamás, pero no quise que mi madre y mis hermanas me creyesen cobarde, y permanecí inmóvil en medio del presbiterio, con los ojos fijos en la puerta entreabierta. La luz de la lámpara oscilaba. En lo alto mecíase la cortina de un ventanal, y las nubes pasaban sobre la luna, y las estrellas se encendían y se apagaban como nuestras vidas. De pronto, allá lejos, resonó festivo ladrar de perros y música de cascabeles. Una voz grave y eclesiástica llamaba:
-¡Aquí, Carabel! ¡Aquí, Capitán...!
Era el Prior de Brandeso que llegaba para confesarme. Después oí la voz de mi madre trémula y asustada, y percibí distintamente la carrera retozona de los perros. La voz grave y eclesiástica se elevaba lentamente, como un canto gregoriano:
-Ahora veremos qué ha sido ello... Cosa del otro mundo no lo es, seguramente... ¡Aquí,Carabel! ¡Aquí, Capitán...!
Y el Prior de Brandeso, precedido de sus lebreles, apareció en la puerta de la capilla:
-¿Qué sucede, señor Granadero del Rey?
Yo repuse con voz ahogada:
-¡Señor Prior, he oído temblar el esqueleto dentro del sepulcro...!
El Prior atravesó lentamente la capilla. Era un hombre arrogante y erguido. En sus años juveniles también había sido Granadero del Rey. Llegó hasta mí, sin recoger el vuelo de sus hábitos blancos, y afirmándome una mano en el hombro y mirándome la faz descolorida, pronunció gravemente:
-¡Que nunca pueda decir el Prior de Brandeso que ha visto temblar a un Granadero del Rey...!
No levantó la mano de mi hombro, y permanecimos inmóviles, contemplándonos sin hablar. En aquel silencio oímos rodar la calavera del guerrero. La mano del Prior no tembló. A nuestro lado los perros enderezaban las orejas con el cuello espeluznado. De nuevo oímos rodar la calavera sobre su almohada de piedra. El Prior se sacudió:
-¡Señor Granadero del Rey, hay que saber si son trasgos o brujas!
Y se acercó al sepulcro y asió las dos anillas de bronce empotradas en una de las losas, aquella que tenía el epitafio. Me acerqué temblando. El Prior me miró sin despegar los labios. Yo puse mi mano sobre la suya en una anilla y tiré. Lentamente alzamos la piedra. El hueco, negro y frío, quedó ante nosotros. Yo vi que la árida y amarillenta calavera aún se movía. El Prior alargó un brazo dentro del sepulcro para cogerla. La recibí temblando. Yo estaba en medio del presbiterio y la luz de la lámpara caía sobre mis manos. Al fijar los ojos las sacudí con horror. Tenía entre ellas un nido de culebras que se desanillaron silbando, mientras la calavera rodaba por todas las gradas del presbiterio. El Prior me miró con sus ojos de guerrero que fulguraban bajo la capucha como bajo la visera de un casco:
-Señor Granadero del Rey, no hay absolución ...¡Yo no absuelvo a los cobardes!
Y con rudo empaque salió sin recoger el vuelo de sus blancos hábitos talares. Las palabras del Prior de Brandeso resonaron mucho tiempo en mis oídos. Resuenan aún. ¡Tal vez por ellas he sabido más tarde sonreír a la muerte como a una mujer!






LOS MIEDOS EN LA INFANCIA


Estoy segura de que más de uno tenía miedo a los payasos, a la oscuridad, a las brujas, a las arañas y a personajes de miedo televisivos. Cuando yo era pequeña tenía un miedo tremendo a Freddy Krueger, tanto que me provocaba pesadillas. Nunca he visto ninguna película de este siniestro personaje pero me bastó ver un anuncio para quedar aterrada. Está claro que si nosotros en nuestra niñez hemos tenido miedo a seres imaginarios y otras cosas, está claro que los niños de hoy en día también  los van a tener, sobretodo teniendo en cuenta la gran "publicidad del miedo" que estamos sufriendo durante bastantes años.



Pero yo en mi búsqueda pretendo dar con un antídoto lleno de aires positivos y de esperanza. Como, por ejemplo, el tema de los monstruos. Me resulta genial la idea que tuvieron los creadores de "Monstruos S.A" consiguiendo dar una imagen amable y divertida de esos seres que se asomaban por nuestros armarios en la oscuridad de la noche. Además, el hecho de que los propios monstruos tengan miedo de una niña también ayuda bastante.






Para que, como futuros docentes podamos ayudar a nuestros alumnos a enfrentarse a sus miedos es necesario que creemos un clima de confianza en el aula y que realicemos actividades que ayuden a los niños a sentirse seguros para así coger fuerzas para, en primer lugar, sacarlo. Da igual si es mediante palabras, con un dibujo o como ellos se sientan más cómodos. Aunque la unidad didáctica que vais a poder ver en el enlace que voy a adjuntar a continuación es para niños de infantil, creo que puede ser de mucha ayuda y darnos ideas para nuestro futuro trabajo como docentes:


http://www.ellapicero.net/node/2009


En relación al tema de los cuentos me encantaría recomendar un libro que creo que puede ser muy útil, se titula "un monstruo en el armario" de Carmen Vázquez-Vigo.


Imagen extraída de Internet




EL MIEDO EN EL ARTE

Tiene gracia, buscando información sobre este tema me he topado con un blog que toda su temática son los miedos de hecho el blog se llama miedo al miedo, a continuación os dejo el enlace para que le echéis un vistazo: http://miedoalmiedo.com3.tv/el-miedo-en-el-arte/

Cuando pienso en este tema me vienen a la cabeza dos cuadros que, a mi parecer representan el miedo de una manera inquietante:

1. El primer cuadro es el de el grito de Eduard Munch.  La fuente de inspiración para El grito podría encontrarse quizá, en la atormentada vida del artista, un hombre educado por un padre severo y rígido que, siendo niño, vio morir a su madre y a una hermana de tuberculosis. 



2. El segundo cuadro es el de saturno devorando a sus hijos de Goya. Resulta un cuadro inquietante y desagradable. Resulta horrible ver cómo una persona se come a otra y, peor aún, saber que esa persona que se está comiendo es su propio hijo. 






Pero el miedo no solo se ha plasmado en cuadros, en la literatura también se han expresado las diferentes maneras de sentir el miedo. El norteamericano Edgar Allan Poe (1809-1849) y el irlandés Joseph Sheridan Le Fanu (1818-1873) son considerados los dos autores que abrieron camino en el género.  Ambos inaugurarán el llamado terror psicológico, más atento a la atmósfera de la historia y a medir los efectos emocionales que al mero susto. A continuación hablaré de cada uno más detenidamente:

1. Edgar Allan Poe fue un escritorpoetacrítico y periodista romántico que  generalmente fue reconocido como uno de los maestros universales del relato corto, del cual fue uno de los primeros practicantes en su país. Fue renovador de la novela gótica, recordado especialmente por sus cuentos de terror. Considerado el inventor del relato detectivesco, contribuyó asimismo con varias obras al género emergente de la ciencia-ficción. Por otra parte, fue el primer escritor estadounidense de renombre que intentó hacer de la escritura su modus vivendi, lo que tuvo para él lamentables consecuencias.

Edgar Allan Poe firma reconstrucción.png
Firma de Edgar  Allan Poe
El cuervo es la obra de este autor que conozco. Es un poema que narra la misteriosa visita de un cuervo a la casa de un amante afligido que lentamente irá cayendo en la locura.  Me resulta muy gracioso como muestran este poema en los simsons:


2.  Joseph Sheridan Le Fanu fue un escritor irlandés de cuentos y novelas de misterio. Sus historias de fantasmas representan uno de los primeros ejemplos del género de horror en su forma moderna, en la cual, como en su relato Schalken el pintor, no siempre triunfa la virtud ni se ofrece una explicación sencilla de los fenómenos sobrenaturales. Algunas de sus obras fueron llevadas al cine, El misterioso tío Silas es una película argentina del género de drama filmada en blanco y negro dirigida por Carlos Schlieper sobre el guion de Jorge Jantus y León Mirlas según la novela Uncle Sylas, de Sheridan Le Fanu, con diálogos adicionales de María Luz Regás que se estrenó el 7 de mayo de 1947 y que tuvo como protagonistas a Elisa Christian GalvéFrancisco de PaulaRicardo Galache y Homero Cárpena.



EL SECRETO PARA VIVIR SIN MIEDOS

Lo mejor para enfrentar a los miedos es disfrutar lo máximo posible de las cosas buenas de la vida. Está claro que el miedo es algo que está presente en nuestras vidas y que es necesario aceptar esto. Por eso os voy a dejar con una canción que me parece una auténtica  obra de arte cargada de energía positiva.


¿No podíamos ser agua? de Maldita Nerea
  


LA IMPORTANCIA DE APRECIAR Y VIVIR LAS PEQUEÑAS COSAS BUENAS DE LA VIDA QUE SUMADAS SE CONVIERTEN EN FELICIDAD


A continuación os dejaré una canción que me encantó cuando la escuché ¡DISFRUTADLA!






3 comentarios:

  1. Almu me parece muy interesante tu idea de hacer pestañas para cada persona...te he puesto la opción de poner comentarios porque no la tenias, espero que no te moleste.

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  2. No me molesta en absoluto, la verdad es que no me había dado cuenta. Gracias.

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